18 julio 2009

Moon Landing



Hace 40 años subí los peldaños de las escaleras de dos en dos
desde el cuarto piso hasta la azotea
allí estaban mis tíos –tíos de cariño-
mirando su enorme televisor Zenith con una antena que parecía
un bailarín congelado en una posición complicada.
Lo primero que ví fue una serie de cráteres de la luna
que se perdían en el horizonte de lo que ahora podría juzgar como
una mala toma del camarógrafo -en ese caso del astronauta-
No era a colores pero el brillo que se desprendía de la nave
parecía dorado, como un enorme insecto metálico, no puedo olvidar
sus patas tiesas y esa especie de fuego en su espalda del bicho.
Pregunté qué película estaban viendo y sonrieron
el tío de poco pelo sacó fuerzas de no se donde me alzó en el aire
me llevo hasta el enorme sofá de cuero marrón y me dijo
que estaba a punto de ver un momento histórico de la humanidad.
Se escuchaba un “beep” intermitente y hablaban raro
repitiendo palabras como “bravo one” “landing” “go” “rodger?”.
Los tres estaban con la boca literalmente abierta
podía escuchar su respiración y a lo lejos a la abuela
llamando para algo y recordé que ella me había hablado de la luna.
Cuando le pregunté porqué la luna tenía esa forma de sonrisa
me dijo que a la luna le gustaba mostrar los dientes una vez al mes.
Estuve tratando de entender su respuesta durante días
hasta que por fin me di cuenta…

Me dijeron que “el hombre” pisaría la luna por primera vez
me pareció raro porque había visto unos dibujos en un libro
en donde “varios hombres” ya habían pisado la luna
y se habían tomado fotos con una de esas cámaras en las que
otro hombre se tiene que esconder detrás de una tela oscura.
Ahora me siento como ese fotógrafo dibujado en el libro de Verne
escondido detrás de la cortina de mi ventana
mirando el teatro de la ciudad semi-dormida
llena de tintineantes luces coronada por la gran torre de telecomunicaciones
tratando de adivinar en cual de esas casas hay parejas
haciendo el amor o gente que se acaba de quedar dormida o
simplemente cuerpos que han aterrizado en el paisaje lunar del sueño
cuerpos que se desnudan con la luz de la luna y se visten
con la piel de un millón de cebollas doradas,
cuerpos que pegan saltos graciosos y colocan banderas con estrellas
como en la tele hace 40 años
disfrazando el verdadero hecho de que la luna
siempre ha sido motivo de un viaje
tratando de romper el mito de la luna de queso
tratando de imponernos una luna real, una que no nos interesa.
“Yo quiero mi luna de vuelta” pensé en silencio
y vi a la abuela entrar en la habitación y quedarse muda
dejando caer una de esas perlas saladas que brotaban de sus ojos color miel
y abrazarme como si fuera el fin de una época
y yo preguntándome que significa la palabra “Landing”
y la luna llena de agujeros pero con esa sonrisa persistente
escondiendo su redondez para que “el hombre” no llegue nunca,
para que “el hombre” no la pise y después
venda los derechos para hacer la película.

Adrian, casi 20 de julio 2009 (40 años después)

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