03 septiembre 2012

El canto de las sombras




Las sombras, apropiándose del cuerpo
abrazándolo en silencio porque son más de una
hacen de las suyas cuando no estás mirando.

Lentas de luz se evaporan en tus manos cuando saludas
te odian cuando apagas el interruptor o cuando
matas la claridad cerrando los ojos.

Una a una les gusta moverse detrás de ti en secreto
porque hay muchas a cada instante
solo un cuerpo pero miles de ellas acompañándote.

Pálida de luna se queda alguna
cuando hemos dejado entrar de soslayo
el aroma inesperado de la noche.

Los olivos de plata visten su cuerpo
y sale a reflejar su encanto
el astro ciego en flor.

Parodian las ranas el juego de sombras
que saltan sin sentido sobre la piel aflictiva
es el dolor de estar quedándose a solas.

La voz de una de ellas te salmodia
y a coro su oración llorosa te abre
la delicada puerta de los miedos.

Bruna y áspera se esconde en tu cuello
para lanzarse sobre el primero que te hable
de sauces, lagunas o espejos.

La custodia un silencio de fragua
un surtidor de oscuridades claras
y tu la reverencias como si fuera dueña de tu aliento

Se impone del sol pero no cabe
se impone la densidad de un candelabro
y allí está ella vestida de asfalto

abstraída en el follaje del silencio
entre la vereda y el dintel
entre las comisuras del cuerpo tendido

Desmayan comprimidas en atuendo de plata antigua
la boca de un león la rama de un árbol la nube
que anuncia la obscuridad del tiempo…

…siseando las sombras se alejan de tu cuerpo
anunciando la próxima estación de tu piel
el próximo sueño a soñar.



© Adrian, para el Abuelo Carlos Maria, padre de mi Madre, poeta romántico y simbolista del sur.