31 agosto 2011

((((((((((((((((((((((((((((28))))))))))))))))))))))))))))



He viajado en el tiempo y aún no se si he vuelto sano y salvo.
Me sentí raro visitando el futuro
como si estuviera haciendo trampa.
Me escondí detrás de una columna para verme pasar a mi mismo
con el cabello blanco, los pies lentos y la misma mirada,
y aunque aquel viejo nunca me miró de frente
sospecho que él (yo) sabía que yo (él) estaba allí, espiando.
Las habitaciones se repiten infinitamente
hay marcos sin fotos y sillas sin personas
las paredes del futuro son más blandas
o quizá es la percepción de alguien que ha viajado en el tiempo,
el fuego no quema, el agua es menos húmeda, algo volátil y
vive suspendida sobre las cabezas, junto a las rocas y la arena
y nunca se cae, lo se porque me quedé mirándola por horas.
Las personas parecen disfrutar de una suave y lenta danza
mientras caminan por las calles llenas de árboles artificiales.
No he visto máquinas por ningún lado
quizá están escondidas en los templos
cuyas cúpulas se ven a lo lejos como enormes antenas de luz
que sirven de para-rayos durante las noches tormentosas,
o quizá las máquinas están dentro de cada ser vivo
porque he visto extraños movimientos espasmódicos
en los brazos y piernas de los transeúntes,
o quizá es la percepción de quien ha leído demasiada ciencia ficción.
Quise comer y averiguar qué clase de alimentos sostienen el futuro
pero descubrí que no tenía hambre, y no era el único,
parece que todos gozaban de una especie de autoalimentación,
es algo que no puedo explicar bien pero cada persona
parece nutrirse de un fluido incoloro y ligeramente dulzón
que emana de sus propios ojos mientras duermen
el cual resbala directamente hasta la boca,
así despiertan sin apetito alguno.

El futuro me agobió, cerré los ojos y encontré una perilla en el aire
la moví sin dudar ni un instante que viajaría al pasado,
eso sería mas fácil, como visitar un libro de texto.

Pero al llegar al pasado me perdí, no traía mapas ni brújula,
no supe que calle tomar, que puerta abrir, que cosa decir,
entonces decidí guiarme por los aromas de infancia,
cerré los ojos y seguí una huella de olor a pan dulce y café con leche
después pude captar a la abuela cocinando una salsa bolognesa
y a mis tías con sus inconfundibles perfumes de jazmín y lavanda.
Pude llegar a casa y otra vez me escondí,
esta vez detrás de una puerta, para ver a mi madre peinándose,
eso es algo que hacía de niño, me escondía
para verla pasar el cepillo azul sobre su cabello negro,
y allí estaba el niño (yo) haciendo lo mismo
escondido detrás de aquel librero, sin sospechar que esta vez
yo mismo lo había descubierto (me había descubierto).
Luego el niño se fue a jugar con un gato de varios colores
lo hacía saltar tratando de alcanzar una pajarita de papel
de esas que mi vecina me había enseñado a hacer.
Recordé que yo estuve enamorado de ella y miré por la ventana.
Ella vivía en el piso de abajo y cada vez que llegaba
miraba hacia arriba porque sabía
que allí estarían mis ojos de niño esperándola con una sonrisa,
pero mis ojos ya no son de niño.
De repente sonó el estruendo,
son mis hermanos rompiendo aquel ventanal con la pelota,
no quiero quedarme a ver lo que sucederá,
no quiero estar en el pasado para ver lo mismo otra vez,
aunque quizá ahora, el estruendo es culpa de mi viaje en el tiempo
es el efecto de haber traspasado una muralla de luz
que hay que dejar tranquila.

“Los secretos que la mente esconde con siete candados…”
decía la abuela “…esos déjalos en paz, que no te hacen falta”.

"Si descubro un secreto, ¿sigue siendo secreto?…" eso me pregunto
y el niño que juega con el gato me adivina el pensamiento,
ha volteado y no he podido esconderme a tiempo,
me ha descubierto descubriéndolo, y ha salido corriendo porque
ha visto que mis ojos son sus ojos.
El ruido del vidrio rompiéndose ha ido en reversa
y lo que se ha roto es la luz,
hay un reguero de sombras por todas partes.

Mi madre lleva muerta más de un año
pero ayer recibí un e-mail de ella,
claro que no lo abrí porque imaginé que sería un hacker
pero tuve la tentación…
siempre la tentación de pensar
que podemos viajar en el tiempo
y regresar a salvo.




© poem & image by Adrian Arias
Gracias a Julia Graham y María López

3 comentarios:

  1. VOS SABÉS QUE ESTOY LLORANDO, PORQUE ME CONOCÉS...EMPECÉ A TENER ESCALOFRÍO DESDE QUE TE ESCONDISTE DETRÁS DE UNA COLUMNA PARA MIRARTE PASAR CON EL PELO BLANCO...Y YA NO PUEDO DECIR NADA MÁS....SÓLO QUE ESTE ADRIÁN TAMBIÉN ME LLEGA HASTA LA ESENCIA MÁS HONDA DE MÍ MISMA Y LE DOY LA MANO Y LO ABRAZO CON EL ALMA.
    TE QUIERO AMIGO, Y TE EXTRAÑO!


    Teresa

    ResponderEliminar
  2. Hermoso escrito lleno de ternura.Lo he disfrutado de principio a fin, gracias por compartirlo Adrián. Saludos desde Perú.

    ResponderEliminar