13 julio 2013

Rimbaud escapa del Musée d’Orsay



Camuflado en el barullo de las seis de la tarde con los turistas
Rimbaud escapa del lienzo de Latour
cruza el rio y entra al metro Tuileries
se pierde en los túneles y entre empujones y olor a tabaco llega a Trocadero
a la salida se encuentra con los muchachos africanos
que venden replicas de la Tour Eiffel
sus rostros escultóricos le hacen recordar un poema que nunca terminó
                                  
“Ellos piensan que dejé de escribir
pero sus miradas no me lo permitieron
el brillo en sus ojos me abofetea con del verdadero placer de estar vivo”
Busca unas monedas en el bolsillo
tienen más de cien años pero nadie se da cuenta
y a falta de Absinthe consigue unas miniaturas de ron.
“Tengo tanta belleza y está pudriéndose en mis manos
el aroma de las iglesias me da nauseas pero las vírgenes
me devuelven el aire y quiero gritar”
Rimbaud escribe un poema y le gusta la forma en que le disgusta
pero es un poema que no debe existir y se lo come
lo mastica lentamente
sentado frente a la gran torre
pensando en los días de Paris con Verlaine
“Ey Paul, ven aquí, no me odies
ven a tomar un trago de esto que he conseguido
y siéntate a ver la torre que nos han construido”
Un vagabundo baja las escalinatas hacia el rio
como un zombie va camino al suicidio o a dormir en algún recodo
“Ya no es como antes, ya no soporto las murmuraciones del Sena
ni los acuchillantes quejidos de las gárgolas de Notre Dame
la impaciencia de las nubes me marea
sólo quiero ponerme a llorar frente a alguna escultura de Rodin
y escribir en la frente de la Gioconda “He vuelto” para que nadie lo dude
“He vuelto, pero no me quiero quedar, esto apesta!”
A la mañana siguiente una desesperada cuadrilla del Louvre
limpia el graffitti del rostro de La Monalisa
que como si nada hubiera pasado sigue sonriendo
Arthur no recuerda lo sucedido
y despierta en el cuadro de siempre
acompañado por la tropa de poetas que no saben qué decirse
y por el delicado ruido de las zapatillas de las bailarinas de Degas
que viven a su lado.



© Adrián, Paris-Bordeaux-La Croix Blanche, Julio 2013

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