28 octubre 2013

Hoy día mi embarcación es una cama


Entre tos y tos
navego por un riachuelo de te de jengibre y miel
rodeado de limones verdes, me acuesto en el regazo
de la piel de cebolla que ha quedado olvidada en la canasta de la cocina.

El paisaje se abre paso ante mis estornudos
y el mar de sábanas me hace naufragar hasta la arena de un sueño.
Allí por fin despierto y respiro hondo, he llegado
al laberinto de almohadas a la enredadera de abrazos.

La imagen parece lujuriosa pero es una batalla.
Vestido con mi propio sudor, debo luchar contra el dragón de azufre
que me espera agazapado en alguna parte de esta historia
y mis únicas armas son mis ojos llorosos y mi corazón palpitante.

Lo veo dormir apacible en la orilla del acantilado
un ataque de fiebre me da valor, me crecen alas y
mis dedos como pétalos se deslizan en la cabellera oscura del monstruo
hasta llegar a su cuello y con mis manos temblorosas lo asfixio.

Su respiración se torna azul, mis ojos dejan de lagrimear, mi pulso se calma
el cuerpo del dragón flota en el aire convertido en la luz del mediodía
las cortinas se descorren, despierto con un sabor amargo
no hay huella de lucha, solo una rosa seca dibujada en el poema.


© Adrian

1 comentario:

  1. Qué grande, amigo, pero no quiero que estés enfermo! He leído el poema aún sin vitamina C y he salido airosa...será la carga de amor y amistad que transmite! Espero enviarte lo mismo! Besos

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