He convencido a la ola de que se quede quieta por un
instante
y que sus gotas
me cuenten el secreto de las cosas detenidas.
Cada gota ha bailado frente a mis ojos en cámara lenta
dibujando lunas de sal para los ojos tristes
y soles de miel para los ojos alegres.
Miles de seres líquidos han lanzando planetas y estrellas
por el aire.
He visto el tormento del mar y el engaño del cielo
la melancolía de las gotas está afinada
con el canto de los pájaros ciegos.
He visto la ausencia y la multitud
el laberinto circular del amor, como me contó Hafez.
Cada gota es el espejo de la memoria
que es el invento más apreciado
por quienes gustan del llanto y la sonrisa.
Y antes de volver a ser ola, una gota me ha dicho
que no hay momento para ser o dejar de ser
todo momento está aquí y ahora
debemos de beberlo morderlo sentir su sabor y oler su cuerpo,
que cada día no tiene escritura adelantada
y las cosas detenidas al igual que las cosas en movimiento
son el pretexto perfecto para dudar y temblar de emoción.
© Adrián
9-11, 2014
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